domingo, 1 de mayo de 2016

Enamorado de las cosas simples

Como las dulces notas del violín
que envenenan mi alma
de emoción y nostalgia

estremeciendo
a este frágil corazón
que palpita a la deriva.

O las letras del poeta
que atraviesan mi fortaleza
dejándome vulnerable,

calcinando de pasión mi ser
y arrancándome
unas lágrimas.

Así, la inmensa sombra
que refleja un cuerpo de mujer,
en donde reposan mis lúbricos deseos.

Donde mueren mis tontas pretensiones
a partir de una desbocada
travesía con mis labios.

Son todo lo que yo quiero.
¡Ah, manjares insuperables!
Caricias tiernas de la vida.

Milagros íntimos
del alma. Cadenas
de libertad y amor.

¡Hazme feliz, mujer, con tu sonrisa!
Y entona para mí unos versos
con el lenguaje de tu cuerpo.
                         

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