se bate en cruenta batalla
con afán de vencer
sus miedos.
Y todo ese camino recorrido
parece no servirle para nada
porque insatisfecha
anhela más y más.
Vanos logros que solo
parecen satisfacer a la vanidad.
Pobres atriles incapaces
de soportar el peso.
“Y el alma se siente aún volátil”
Pero el árbol
continúa
firme y creciendo.
Y crecerá tanto, y se fortalecerá,
que un día —¡Un grandioso día!—
ofrecerá orgulloso
sus frutos.
Frutos de amor y esperanza,
pedacitos de dolor convertidos
en dulces y carnosas
emociones.
Fortalezas indestructibles,
caricias al alma.
Y entonces, la juventud
será el más delicioso recuerdo.
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