martes, 16 de agosto de 2011

ANHELO DE UN HOMBRE


ANHELO DE UN HOMBRE
Sentía que todo el universo era su hermosa madre, encontraba ternura, amor y protección en su dulce mirada y en sus cálidos brazos. No conocía nada igual a sus caricias y su compañía.
Entonces tenía solo cinco años. La imagen paterna se destacaba atropellante e imponente.
La figura femenina le atraía y regocijaba su espíritu.
Creció admirando y adorando a las divinas mujeres, le atraían por su belleza, su  ternura y su alegría. Sentía respeto de su condición vulnerable y sus características delicadas. Colmaban sus expectativas esos comportamientos naturales y espontáneos que ellas manifestaban, sus reacciones, su serenidad.
Percibía en la mujer paz y felicidad,  pero además identificaba en ella un inmenso sentimiento de placer, un paraíso.
Era como obtener a su lado el más gratificante de los descansos, como beber del más exclusivo manantial, como disfrutar del más intangible de los tesoros.
Pese a los desprecios y a las manifestaciones negativas que en muchas de ellas encontró, a través de la vida, nunca abandonó la idea de amarlas y de protegerlas, siempre las consideró imprescindibles.
Disfruto incomparablemente de su compañía, inspiro sus más profundas realizaciones en ellas, probó y se sacio de las mieles de su amor. Compartió sus penas y quebrantos, soporto sus necias actitudes, y cultivo incansablemente un espacio en busca de la felicidad junto a ellas.
…Pero lo que no lograron hacer en su alma, ni los desprecios, ni las burlas, ni el desamor femenino.  Ni la constante apreciación de sus naturales y notorios errores humanos.  Ni la indiferencia, ni la ingratitud, ni siquiera la infidelidad.
Si pudo hacerlo un aterrador cambio de actitud por parte de ellas, algo que pareció crear un profundo abismo que los separa.
Se hacen manifiestos: el rompimiento de unos fuertes e intensos lazos de lealtad y respeto, el abandono de un compromiso mutuo de amor y de reconocimiento. Un desbordado sentimiento de egoísmo y de competencia. Y el deseo incontrolable de ella por destruir ese paraíso que él tanto disfruto.
Ahora  siente que están lejanas.  Ahora ellas rechazan su amor y lo que él puede ofrecerles.
Son extrañas; obtienen lo que desean pero no se sienten felices ni satisfechas. Y lo culpan a él, parecen odiarlo.
El seguirá amándolas, mantendrá viva en su alma esa imagen divina que siempre tuvo de ellas, disfrutará de su esencia mientras esta permanezca. Y buscará anhelantemente que vuelvan.