Hoy sin dolor pero embriagado en la nostalgia te recuerdo. No puedo evitarte. Te veo en la fresca mañana y en cada gota de roció. Te veo cuando el gran astro descubre desde oriente la esplendorosa vida; en las tardes brillantes y ardientes que iluminan mi letargo o en una borrascosa tormenta; en el tibio atardecer del verano; en una noche repleta de estrellas, donde tu eres la más hermosa y brillante, la que me cautiva y embelesa. "Te veo dentro de todo mi mundo"
¡Cómo olvidar a la más exótica y maravillosa de las flores de este jardín infinito!
La de la rubia cabellera con rizos de oro y olas ardientes; la dama delicada de piel blanca y pura, suave y tibia, como pétalos de rosa; la de los ojos negros, profundos e indescifrables, que se debaten entre la ternura, la picardía y la fortaleza; la de los labios más jugosos que el placer pudiera concebir, trampas mortales de amor con autentica esencia femenina.
Cómo no anhelar el sabor de tu piel y el aroma de tu intimidad. La dulzura de tus senos, el calor de tu regazo y la fortaleza de tus caderas.
Daría lo que fuera por sentir mío tu calor. Por bañarme en tu sudor y en tu éxtasis. Por hacerte estremecer de pasión y enviciarte a mí. Tan solo robarte una sonrisa sería una memorable conquista.
Quisiera ser el objeto de toda tu atención; me sentiría feliz y orgulloso de robar tu corazón, robármelo y llevarlo conmigo eternamente sin compartirlo con nadie más. Y así lleno de egoísmo, privándote de cualquier ajeno vestigio de afecto que la vida pudiera darte, ser el único que te ame y que te disfrute.
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