miércoles, 8 de octubre de 2014
Renacer
Hoy sé que es la soledad.
¡Maldita y sabia soledad!
Compañera de infortunio,
digna causa de dolor.
Cuando entre la multitud
miras a tu lado
buscando un poco de amor
y no lo encuentras.
Cuando los hijos,
esos pedacitos de corazón
que endulzan tu vida,
han perdido el encanto por ti.
Cuando tu dama, tu mujer,
abandona arrogante
el compromiso
que ayer compartió contigo.
Cuando tus amigos, los buenos amigos,
te observan a lo lejos,
y dejan entrever
lástima y desprecio.
Entonces, ella, cruel y fantasmagórica
se posa entre tus pensamientos
y arremete
a tu corazón.
Y te dice al oído
que ya no mires más atrás,
que todo está perdido,
que jamás volverán.
Pero generosa te señala el camino.
Y sin forzarte te invita a tomarlo,
mostrándote la verdad.
Quizás mañana, puedas “volver a empezar”.
lunes, 22 de septiembre de 2014
¡Ay, de aquellos viejos!
Caballeros galantes
y refinadas damas,
que otrora resplandecían
de juventud.
Impecable vanidad
de espíritus altivos,
satisfaciendo propia
y ajena banalidad.
Carnes frescas,
grandes fortalezas,
osadas acciones,
candente emoción.
Huellas profundas en la arena
desafiando las olas,
la furia,
la adversidad...
Desdeño del tiempo.
Excesos que rompen
el umbral
a marcha forzada.
Y el camino…
Se hace pedregoso
y empinado.
Inevitable, además.
Marchita la piel,
ronca la voz,
pequeños los huesos,
triste el corazón.
Ahora, son:
Viejos repugnantes
y agotadas ancianas,
que fastidian la juventud.
Aferrados a su dignidad.
Dolidos espíritus
pretendiendo
algo de amor.
Débiles forros
de viejos divanes
que se desgastan
en la inercia.
Pasos temerosos
de arrepentimiento
en busca
de seguridad.
Arraigo intenso,
al penitente
paso
de los días.
¡Dolor y más dolor!
Ante el desprecio,
la indiferencia
y la soberana vanidad.
Y hoy, a ellos,
los caballeros galantes
y las refinadas damas,
se le mira con piedad.
Y la esencia
que otrora resplandecía
de juventud
con tanta intensidad.
Se desvanece
en el tropel
de nuevos ímpetus,
de radiantes vidas.
Enloquecidas de afán,
embriagadas de frescura,
ciegas de vanidad;
¡ellas ignoran a donde habrán de llegar!
jueves, 17 de abril de 2014
Legítimo Mesías.
¡Ah,
de la gracia del espíritu!
Que
en virtud del deseo
se
condensa en maravilloso
acontecimiento.
Deseo,
quizás errado,
aquel
de convertir al hijo del hombre
en
la llama de la revolución
en
busca del poder.
Necesidad
constante de la vida
para
transformarse.
Alquimia
que mata
y
crea.
Él,
“el hijo del Dios”,
Bocado
de la creación humana
encaminada
hacia
la fría y mortal vanidad.
Germinó
en la fertilidad del amor,
a
pesar de la aridez
y
la insensibilidad de los corazones,
de
la sucia ambición.
Su
voz, no fue la de un rey;
su
corona, fue el dolor;
su
atavío, la sangre del hombre;
su
linaje, el de humilde pastor.
Sano
camino del pensamiento
en
dirección a Dios.
Esa
fue la elección
del
gran hombre.
Con
acciones sustentó
su
palabra.
Y
nos mostró un camino…
Ese,
que fortalece al espíritu.
Camino
de fe y amor,
de
libre elección.
Luz
de esperanza
que
acaricia el alma.
jueves, 10 de abril de 2014
“Balada negra”
Elixir amargo que emana de la
obscuridad
y se pierde en el misterio
infinito.
Dilema sacrosanto que aterroriza
al cuerpo
y excita al espíritu.
Avanzada imperiosa del miedo
sobre las frágiles almas;
esas efímeras semillas que apenas
sí
flotan entre el fugaz
pensamiento.
Ella no tiene edad, color ni
forma;
es intangible pero absoluta.
Omnipresente y diáfana en la
penumbra
¡Reina de la nada!
Inoportuna y atrevida se muestra
en escena,
soberbia e implacable,
aplastando la falsa ilusión de justicia
que siempre tambalea en la
“cuerda floja”
Arrasando la voluntad y la
esperanza,
desgarrando al corazón.
Sembrando desazón y vacío
en el fértil campo de la
impotencia.
Yo pude vencerla el día que
traspasé el umbral
superando la etérea barrera de lo
desconocido,
cuando en sus brazos “no era” y ahora ”soy”.
Tal vez esté ansiosa por tenerme
de nuevo…
Tal vez, ella sea el camino
perfecto.
La nave que dará destino a mis
sueños,
la cima de mi escalada,
!lo que merezco!
Quizá, en su inmenso poder, ella me
dé la felicidad;
me acerque a Dios, al todo, al
resto del universo.
Su fuerza es semejante a la
creación, alquimia constante,
¡Fin y comienzo!
Y yo la siento cerca de mí, la
anhelo, la deseo,
no le temo y la espero tranquilo;
sé que es parte de mi vida.
“Ven a mí cuando quieras, hermosa
muerte”
Suscribirse a:
Entradas (Atom)