martes, 16 de julio de 2013
“MI PARQUE DE DIVERSIONES”
Que infinito
placer el que sentí aquella noche cuando deambulaba libre e inocente en medio
de las estrellas. Sentía que estaba recorriendo el universo en la más completa
calma. Lograba grandes distancias con solo imaginarlo, veía luces de todos los
colores, esferas brillantes, resplandores, formas indefinidas, matices
cambiantes.
Solo lograba
inquietarme el correr del tiempo, aunque no podía verle, sabia que estaba allí
y que pasaba veloz, más veloz que mi fantástica marcha.
Efectivamente yo
tenia razón, en un abrir y cerrar de ojos se habían esfumado las alucinantes
imágenes que regocijaban mi alma; sin embargo fue lo mejor, ahora me encontraba
justo a los pies del sol, ese astro de fuego inmenso y hermoso que me ofrecía
su luz y su calor sin medida y sin condiciones.
Yo le salude:
Hola hermano sol, ¿de donde vienes y
adonde vas? Quédate por siempre aquí conmigo y calienta mi casa. Él, esbozando
la sonrisa de su madurez me respondió: vengo desde el oriente, allá lejos donde
ni siquiera alcanzas a divisar, pero hoy como todos los días llego hasta tu
casa.
Siempre estoy
aquí, allá y mas allá para ofrecerte el calor y la luz que tanto amas, para brindarte
mi amor, para darte felicidad; esa es la esencia de mi existir, la que el
universo reclama.
Me dirijo hacia
el occidente, buscando sonrisas, escuchando alabanzas y plegarias, repartiendo todo lo que puedo dar; no cambiaria lo que soy
por nada. De mi destino soy feliz y supongo que tú también lo eres, pues me
gustan los gestos de fascinación que pones cuando mis rayos tocan tu cara.
Ahora debo
seguir mi camino porque todos me esperan con ansias.
No olvides que
mañana temprano estaré aquí; pero por favor hombre, aunque sea mira al cielo,
disfruta el espectáculo y da las gracias, te juro que no te pediré nada más. Hasta
mañana.
Y entonces vi
como lentamente el maravilloso astro emprendía su camino hacia el cielo
mirándome a lo lejos, como haciéndome un guiño y manifestándome su amor; y decidí
caminar por el campo, sin afán lleno de esperanza, y adivina lo que encontré: encontré el rio más hermoso
que jamás hubiera visto en mi vida, grande y caudaloso, alegre y bullicioso. Podía
escuchar el dulce tronar de sus aguas a su paso andante regando la tierra,
ofreciendo vida en abundancia, con sus mil colores cristalinos, mostrando su gran poder y dibujando una
sonrisa en su torrente calma.
Las flores
cercanas parecían reír y emocionarse a su paso, el pasto radiaba verde de
esplendor, las aves revoloteaban sobre él y cantaban, y los peces en fulgurante
danzón saltaban. Era la más hermosa fiesta a la que haya asistido, interminable
y espontanea. Realmente me sentí muy emocionado, sentí sed, sentí deseo de
bañarme en sus aguas.
Y cuando me
acerqué a él e incline mi cuerpo, mi
rostro se reflejo en el suyo cual espejo de fino cristal hecho de magia; y mi espíritu volaba y mi cuerpo
flotaba.
Le pregunte: ¿A
dónde vas hermoso rio? Al mar, respondió
él, allá donde concluye esta hermosa aventura, la que disfruto todos los días
de mi vida, la que comparto con todos y no dejaría por nada. La que me ofrece
esta libertad que me hace crecer, la que
me convierte en fuente de amor y de esperanza. Vivo para ti, para mí, para
todos; mientras lo quieras estaré contigo sin pedirte nada, suficientes son tu
alegría y tu gratitud. Ahora debo seguir mi camino, pues muchos seres esperan a
mi paso.
Y me quede
mirando al rio, viéndolo perderse en medio de llanuras y montañas, viéndolo
correr con la alegría de un niño, con la fuerza del hombre, con la gracia de
una dama.
Quise quedarme
allí con él o seguirlo, bañarme eternamente en sus aguas, pero decidí dejarlo
libre y también reanudé mi marcha. Y caminé extasiado por senderos, por bosques
y sabanas. Estaba perplejo disfrutando de tantas hermosas formas, de las paradisiacas
imágenes que se esbozaban en las rocas, en las colinas, en las praderas, en las
extensas y abundantes despensas de alimento que de la tierra silvestre brotaban.
Sentía el olor
del campo, esa mezcla de aromas de madera fresca, de frutos maduros, de
esencias florales, de olores animales; y las indescriptibles sensaciones que de
la naturaleza emanan. Y abracé
fuertemente a un inmenso árbol y lo sentí mío, y me sentí tan pequeño como el átomo,
y rodé jugando por la hierba sintiendo su humedad, acariciándome con su
textura. Y la tierra me respondía fascinándome con cada imagen que me mostraba,
llamándome, haciéndome sentir que ella era mi casa.
Ni siquiera tuve
la necesidad de preguntarle nada a la tierra, me sentí el hombre más sabio del
mundo, entendí sus intenciones, su bondad hacia mí, su eterna manifestación de
amor; nunca me vi tan lleno de riqueza, entendí que era mía y que algún día formaría parte de
ella.
Entonces levante
mi cara, y cual pudo ser mi alegría cuando miré al cielo y no pude encontrar
limites a mi alrededor; ¡como habría yo
de olvidar todos esos tonos azules y blancos que me alucinaban!, esa paz que se
reflejaba en cada espacio, en cada copo de nieve. Ese manantial de evocaciones,
de sueños y de recuerdos que en él se dibujaban, y todas esas locas ideas que se mecían en su
infinita calma.
Sentí como si
estuviera viendo a mi propia alma. Indescriptible, dulce y tranquila, soñadora y sosegada. Me sentí vivo, entendí
cuan pequeño y frágil soy, reconocí el diminuto espacio que ocupaba en la
abundante y maravillosa granja.
Me embelesé al
ver a los animales, sabios maestros que en su viva marcha me transmitían amor y
me enriquecían con su digna existencia y
sus enseñanzas.
E increíblemente además de tantas satisfacciones,
disfruté también del aire, regalo de la
vida, manjar invisible y delicioso que podía respirar libremente, tomaba en cada bocado de
él la vida, y me llenaba de amor a mi antojo, saciándome de mi riqueza.
Y entonces
aprendí sobre el infinito placer y toda la diversión que me ofrece el mundo,
cuando le miro sin egoísmo y con amor.
Es así como puedo comprender la belleza de la vida, de
mi vida, de la única oportunidad que me ofrece el todo para disfrutarla.
Pienso que
siempre querré jugar en este mi parque de diversiones, mi participación ya esta
destinada; mi boleto el amor, pasaporte eterno para gozar y no ambicionar nada…
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