Esfuerzos inútiles y vanos deseos
jueves, 24 de octubre de 2013
¿A DÓNDE VAS, JUVENTUD?
Esfuerzos inútiles y vanos deseos
intentando detener el tiempo;
o al menos,
demorarlo un poco…
Cuando ya la piel
se muestra marchita.
Cuando las carnes flácidas
tambalean, ajenas a la vanidad.
La mirada opaca,
firme y profunda.
La voz ronca,
ya no quiere cantar.
Y la fortaleza…
Traidora despiadada,
que solo pretende anidar
en el despertar de los cuerpos.
Ajena al llamado
de almas en el ocaso,
ávidas por transitar
los caminos del placer.
Falsa compinche de la vida,
que engaña
prometiendo lealtad
hasta el final.
Hoy abandona sin pudor alguno,
la vieja fachada
que habita el ser.
¡Destartalada fortaleza!
¡Bah!
No eres la única, bella juventud.
Tu deserción
es liberadora.
Jamás fueron tan intensas
las sensaciones,
tan claros
los pensamientos…
Nunca el alma
voló con tanta libertad.
Ya, el espíritu
no está confundido…
Reconoce de donde viene,
sus deseos,
el camino
y el lugar adonde va.
¡El amor, ha vencido
a la fuerza!
El sabor del dolor
ya no es amargo…
Es dulce como la vid;
y embriaga
con valientes reflexiones
a la tristeza.
Y las mieles de la lujuria,
maduras y alborotadas,
apuran al corazón
invitándolo a amar.
Cauribe.
viernes, 26 de julio de 2013
“ELLA ES UN SUEÑO”
Su luz brilló para mí,
opacando al sol
usurpando a la luna.
Me ofreció lo que yo quería
e hizo realidad
mis fantasías.
¡Que extraño escenario!
Apenas sí podía yo sentir…
Y me rehusé a pensar.
Mis emociones
volaron
hacia ella.
Jamás volví a mirar
en otra dirección.
Me convertí en un zombi.
Y mi cuerpo apenas palpitante…
Ausentes mis sentidos
pues se fueron con ella.
Y mi corazón
intangible, inmaterial.
Apenas un manojo de ilusiones.
Mi alma se fundió con la suya,
aislándome
de la realidad.
Solo quedaba de mí
el espíritu;
ese loco aventurero de amor
Que no dudó en arriesgarlo todo
por estar junto a ella
buscando el infinito.
Puedo escuchar aún
las dulces notas en serenata
de cuerdas y vientos.
Sus jadeos indescriptibles
de amor
y de pasión.
Percibo también su alucinante aroma
que anula mi voluntad
y embriaga mi piel.
Y el fuego que invade mi ser
quemándome implacable
castigando mi pecado.
He de recordar en silencio,
en mi soledad,
agobiado en la frustración.
El sabor mortal de su néctar,
sus trémulas caricias
y su sonrisa enamorada.
Así podré tenerla
infinitamente en mis brazos
y amarla, amarla, amarla.
martes, 16 de julio de 2013
“MI PARQUE DE DIVERSIONES”
Que infinito
placer el que sentí aquella noche cuando deambulaba libre e inocente en medio
de las estrellas. Sentía que estaba recorriendo el universo en la más completa
calma. Lograba grandes distancias con solo imaginarlo, veía luces de todos los
colores, esferas brillantes, resplandores, formas indefinidas, matices
cambiantes.
Solo lograba
inquietarme el correr del tiempo, aunque no podía verle, sabia que estaba allí
y que pasaba veloz, más veloz que mi fantástica marcha.
Efectivamente yo
tenia razón, en un abrir y cerrar de ojos se habían esfumado las alucinantes
imágenes que regocijaban mi alma; sin embargo fue lo mejor, ahora me encontraba
justo a los pies del sol, ese astro de fuego inmenso y hermoso que me ofrecía
su luz y su calor sin medida y sin condiciones.
Yo le salude:
Hola hermano sol, ¿de donde vienes y
adonde vas? Quédate por siempre aquí conmigo y calienta mi casa. Él, esbozando
la sonrisa de su madurez me respondió: vengo desde el oriente, allá lejos donde
ni siquiera alcanzas a divisar, pero hoy como todos los días llego hasta tu
casa.
Siempre estoy
aquí, allá y mas allá para ofrecerte el calor y la luz que tanto amas, para brindarte
mi amor, para darte felicidad; esa es la esencia de mi existir, la que el
universo reclama.
Me dirijo hacia
el occidente, buscando sonrisas, escuchando alabanzas y plegarias, repartiendo todo lo que puedo dar; no cambiaria lo que soy
por nada. De mi destino soy feliz y supongo que tú también lo eres, pues me
gustan los gestos de fascinación que pones cuando mis rayos tocan tu cara.
Ahora debo
seguir mi camino porque todos me esperan con ansias.
No olvides que
mañana temprano estaré aquí; pero por favor hombre, aunque sea mira al cielo,
disfruta el espectáculo y da las gracias, te juro que no te pediré nada más. Hasta
mañana.
Y entonces vi
como lentamente el maravilloso astro emprendía su camino hacia el cielo
mirándome a lo lejos, como haciéndome un guiño y manifestándome su amor; y decidí
caminar por el campo, sin afán lleno de esperanza, y adivina lo que encontré: encontré el rio más hermoso
que jamás hubiera visto en mi vida, grande y caudaloso, alegre y bullicioso. Podía
escuchar el dulce tronar de sus aguas a su paso andante regando la tierra,
ofreciendo vida en abundancia, con sus mil colores cristalinos, mostrando su gran poder y dibujando una
sonrisa en su torrente calma.
Las flores
cercanas parecían reír y emocionarse a su paso, el pasto radiaba verde de
esplendor, las aves revoloteaban sobre él y cantaban, y los peces en fulgurante
danzón saltaban. Era la más hermosa fiesta a la que haya asistido, interminable
y espontanea. Realmente me sentí muy emocionado, sentí sed, sentí deseo de
bañarme en sus aguas.
Y cuando me
acerqué a él e incline mi cuerpo, mi
rostro se reflejo en el suyo cual espejo de fino cristal hecho de magia; y mi espíritu volaba y mi cuerpo
flotaba.
Le pregunte: ¿A
dónde vas hermoso rio? Al mar, respondió
él, allá donde concluye esta hermosa aventura, la que disfruto todos los días
de mi vida, la que comparto con todos y no dejaría por nada. La que me ofrece
esta libertad que me hace crecer, la que
me convierte en fuente de amor y de esperanza. Vivo para ti, para mí, para
todos; mientras lo quieras estaré contigo sin pedirte nada, suficientes son tu
alegría y tu gratitud. Ahora debo seguir mi camino, pues muchos seres esperan a
mi paso.
Y me quede
mirando al rio, viéndolo perderse en medio de llanuras y montañas, viéndolo
correr con la alegría de un niño, con la fuerza del hombre, con la gracia de
una dama.
Quise quedarme
allí con él o seguirlo, bañarme eternamente en sus aguas, pero decidí dejarlo
libre y también reanudé mi marcha. Y caminé extasiado por senderos, por bosques
y sabanas. Estaba perplejo disfrutando de tantas hermosas formas, de las paradisiacas
imágenes que se esbozaban en las rocas, en las colinas, en las praderas, en las
extensas y abundantes despensas de alimento que de la tierra silvestre brotaban.
Sentía el olor
del campo, esa mezcla de aromas de madera fresca, de frutos maduros, de
esencias florales, de olores animales; y las indescriptibles sensaciones que de
la naturaleza emanan. Y abracé
fuertemente a un inmenso árbol y lo sentí mío, y me sentí tan pequeño como el átomo,
y rodé jugando por la hierba sintiendo su humedad, acariciándome con su
textura. Y la tierra me respondía fascinándome con cada imagen que me mostraba,
llamándome, haciéndome sentir que ella era mi casa.
Ni siquiera tuve
la necesidad de preguntarle nada a la tierra, me sentí el hombre más sabio del
mundo, entendí sus intenciones, su bondad hacia mí, su eterna manifestación de
amor; nunca me vi tan lleno de riqueza, entendí que era mía y que algún día formaría parte de
ella.
Entonces levante
mi cara, y cual pudo ser mi alegría cuando miré al cielo y no pude encontrar
limites a mi alrededor; ¡como habría yo
de olvidar todos esos tonos azules y blancos que me alucinaban!, esa paz que se
reflejaba en cada espacio, en cada copo de nieve. Ese manantial de evocaciones,
de sueños y de recuerdos que en él se dibujaban, y todas esas locas ideas que se mecían en su
infinita calma.
Sentí como si
estuviera viendo a mi propia alma. Indescriptible, dulce y tranquila, soñadora y sosegada. Me sentí vivo, entendí
cuan pequeño y frágil soy, reconocí el diminuto espacio que ocupaba en la
abundante y maravillosa granja.
Me embelesé al
ver a los animales, sabios maestros que en su viva marcha me transmitían amor y
me enriquecían con su digna existencia y
sus enseñanzas.
E increíblemente además de tantas satisfacciones,
disfruté también del aire, regalo de la
vida, manjar invisible y delicioso que podía respirar libremente, tomaba en cada bocado de
él la vida, y me llenaba de amor a mi antojo, saciándome de mi riqueza.
Y entonces
aprendí sobre el infinito placer y toda la diversión que me ofrece el mundo,
cuando le miro sin egoísmo y con amor.
Es así como puedo comprender la belleza de la vida, de
mi vida, de la única oportunidad que me ofrece el todo para disfrutarla.
Pienso que
siempre querré jugar en este mi parque de diversiones, mi participación ya esta
destinada; mi boleto el amor, pasaporte eterno para gozar y no ambicionar nada…
domingo, 26 de mayo de 2013
A vos poetiza”
A vos poetiza,
que regás con tus lágrimas
los fértiles campos
de la sensibilidad
Después de labrarlos
con lamentos punzantes
y estrepitosas quejas,
capaces de remover el universo.
Vos que con tu canto
hacés tambalear la verdad,
o la hacés
inamovible.
Que te hacés imprescindible
a todo
y ajena
a la ausencia.
Tu imagen
impregnada en el aire
y dibujada en el cielo,
enmarca la vida.
Tus ojos ven
lo que yo no puedo
y me lo cuentan todo
en tu sonrisa.
Y ese corazón
ardiente y enigmático
que ilumina
mi andar.
Ansioso de vida,
casto, puro y aventurero;
atravesando siempre
la mar del deseo.
Ahogado en la esperanza
de lúdicos
y románticos
momentos.
Desnuda sin temor tu alma,
paseándote por la felicidad
de sentir
y poder expresarlo.
Enloqueciendo
a este frágil corazón mío,
que venera
tu esencia femenina.
domingo, 5 de mayo de 2013
“Jesús, rey del amor”
Mi alma se manifiesta
inquieta
intentando descifrar el
gran misterio.
Aquel que rodea la vida de
un hombre,
ese que llamamos el hijo de
Dios.
Confuso se hace mi
pensamiento,
inconstante mi fe.
Son mil preguntas
y muy pocas las respuestas.
Están en juego los
principios,
aquellos que se han
sembrado en mí,
fundamentados en la
ignorancia,
reforzados en la inocencia.
Largos caminos recorridos
para cultivar los sensibles
campos
del sentimiento y la
consciencia,
anulando así el libre
pensamiento.
Y yo, absorto en la creencia,
frágil y casto ante la
doctrina,
enriqueciéndome de la
mentira
y negado a la verdad.
Sumándome al rebaño
de corderos ilusos,
de fieles creyentes;
heredero dispuesto sin
vacilar.
Fue así como también
aprendí a caminar,
enfoqué mi pensamiento
hacia donde se me orientó,
y respondí a las
motivaciones.
Hoy tengo muchas dudas,
complejos cuestionamientos
que amenazan la fortaleza
de mi religiosidad,
que iluminan un dulce mito
en la obscuridad.
Es mi fortuna conocer el
amor,
vivir en él, creer en él;
de lo contrario perdería mi
fe
y tomaría el camino de la
herejía.
Jamás desconoceré a Dios
ni al amor como su única
esencia,
ni que soy el fruto de su
creación
y que a él llegaré
finalmente.
Tampoco he de negar
que aquello que pienso y
siento
es mi vida,
la que se desprende de su
espíritu divino.
Y aunque místicas parecen
mis reflexiones,
matizadas de obediencia y
respeto,
son el reconocimiento de su
grandeza
inexplicable e inmutable.
Así lo creo y así lo
siento,
es lo que me dicta la
razón.
Es mi corazón quien lo
siente,
y mi espíritu quien lo
afirma.
Solo deseo caminar hacia
él,
ir siempre en la misma
dirección;
camino del amor,
destino del amor.
Lo mas maravilloso es que
puedo hacerlo solo,
sin ordenamientos, sin
restricciones.
La motivación nace en mí,
no intento seguir a nadie.
Quizás, si así lo deseo,
pueda orientarme por las
enseñanzas
del mas maravilloso hombre
en la tierra,
aquel que han llamado el
hijo de Dios.
Ese hombre de carne y hueso,
pleno de consciencia,
puro de conocimiento,
ávido de paz y de bondad.
El gran ejemplo de humildad
y sencillez humana,
que reinará por siempre
en los campos de la fe.
Quien nos enseñó el camino,
quien rehusó a las
vanidades
quien venció al miedo y al
dolor.
“Jesús, rey del amor”.
sábado, 4 de mayo de 2013
“Corazón infiel”
Como entender al corazón
que ha caminado plácido
por los senderos del amor
y del placer
y sin embargo
busca incesante
nuevos horizontes,
cual si estuviese
inconforme.
Su palpitar
se siente en todas partes;
se estremece, se entristece,
pero nunca se marchita.
Se muestra muy ansioso,
como si sus días
estuviesen contados,
como si se alejase la vida.
Se hace insoportable
su necesidad de amar,
mas su afán
hace regocijar el alma.
Pero también
le causa dolor,
agota sus fuerzas,
fatiga su fidelidad.
Lo hace sentirse
aventurero y desjuiciado,
lo empuja raudo
hacia el desequilibrio.
Será difícil entonces
soportar la inquietud,
en contra de sus buenos
hábitos
y de su voluntad.
Será imposible para él,
contener las ansias de
saborear
las dulces mieles
del amor.
Y chocarán
los principios con los deseos,
y temblará
la gran estructura.
Y esa infinita fuerza,
doblegará
los sentimientos
y el compromiso.
Y la mustia calma
se convertirá
siempre
en tempestad.
Haciendo reinar
a la tentación,
liberando la inevitable llama
de la pasión.
El corazón ni siquiera
podrá reconocer
si su pecado es dulzura
o lujuria.
“Nada es mejor que ella”
Una mujer es mucho más
que un hermoso ser humano,
es el más delicioso pecado
que la vida haya podido
concebir.
Es un baúl lleno de
sorpresas,
una gran ópera,
una fiesta lujuriosa,
una sinfonía celestial.
Es creación sin límite,
energía que condimenta la
vida,
movimiento perpetuo del
alma,
la tentación inevitable.
Nada es más poderoso,
ella supera todas las
barreras;
sus lágrimas son tan majestuosas
como el mar,
y su mirada puede desnudar
las almas.
El vaivén de su cuerpo,
la suavidad de su piel
y el calor de su regazo,
pueden matar y resucitar.
Y que decir de sus gestos,
de sus deseos,
de sus locas fantasías;
con nada se les puede
comparar.
Amar a una mujer
es como alcanzar el cielo,
es gozar la vida
plenamente,
es lo mejor que puede pasar.
miércoles, 17 de abril de 2013
“Calma mi sed”
Tengo sed, sed tu boca
y de tu aroma.
De sentir en mi ser
la tibieza de tu piel.
De abrazar tembloroso
tu trémulo cuerpo,
en la frenética danza
de la dulce pasión.
Quiero aprender a amarte
y a esclavizarte como tuyo
soy,
para que disfrutes del
placer infinito
que yo siento en tu amor.
Jamás podré dejar tu paraíso,
ni siquiera con la muerte,
pues en ti he muerto
una y mil veces.
Pretendo que sea infinito,
que nada calme mi sed;
y así beber de tu manantial
sin cesar.
Y adueñarme de ti
en la lascivia,
en lúdico romance,
en condenada dependencia.
Y experimentar como un niño
en el sabor de tus
lágrimas,
en la humedad de tu
intimidad,
en el poder de tu libertad.
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