que no me deja atraparlo?
Un día lo tuve entre mis manos
y lo guardé en mi corazón
pretendiendo eternamente poseerlo.
Hoy le llamo con afán y no viene a mi encuentro.
Le busco dentro de mi pecho,
en las fisuras de mis manos,
en el vacío de mi alma.
¡No puedo verlo!
Ayer acariciaba mi vida
y me ofrecía confusas sensaciones.
Oscurecía mi intelecto
con fantasías
y ridículos sueños.
Envolvía en vanidad mi ser
ocultando mi debilidad,
mi pequeñez ante el universo
y la miseria
de mis temores.
Y engalanaba mis defectos
otorgándome el poder de un falso reino;
invitándome a disfrutar
de la efímera
alegoría.
Es incomparable el sabor de los besos
cuando él está presente,
e inevitable bañarse de lujuria
en frenética fiesta
de placer, ternura y sosiego.
Tan etéreo e invisible es
que te aleja de la escena real,
negándote la virtud
de la sensatez.
Y entonces juegas tu vida a azar, sin límite.
Y luego, algún día, se va;
se aleja sin decir adiós,
sin aquellas caricias ni esos besos.
Zarpa desgarrando tu pecho
porque las amarras nunca desaparecieron.
Y de nuevo, miras ansioso
hacia el horizonte, y a veces atrás,
queriendo desvelar su paradero.
Llorando tu dolor, maldiciendo al vacío.
Recordando... Deambulando...
Andantte.
Pront o antes que te des cuentas ya
ResponderEliminarLo habras olvidado