jueves, 7 de mayo de 2020
jueves, 23 de abril de 2020
sábado, 18 de abril de 2020
miércoles, 15 de abril de 2020
martes, 14 de abril de 2020
lunes, 13 de abril de 2020
domingo, 12 de abril de 2020
viernes, 10 de abril de 2020
lunes, 30 de marzo de 2020
Sublime
Microrrelato
Bailaba envuelta en aquella melodía que inundaba el salón. Sus bucles se agitaban alegremente exhalando aroma de jazmín. Lejano, el sonar de sus enaguas acompasaba la canción. Sintió sus manos varoniles apretando dulcemente su pequeño talle; su aliento tibio, oloroso a río, a montaña, deslizaba suavemente sus mejillas. Ella era luz, bullicio, alegría. ¡Lo amaba inmensamente! —Cesó la melodía—. Estiró su mano reteniendo su felicidad. Había un olor ocre en el ambiente. Crujían los techos de su desvencijado hogar. Miró sus manos despojadas de belleza y juventud. “Tenía ochenta y nueve; él ya no estaba desde hacía veinte”
Elsy Cañón Giraldo
sábado, 13 de mayo de 2017
Elías
En imperioso galopar y aferrado a su caballo cruzaba el temible Elías la arboleda que atraviesa el cementerio. Ebrio, casi sin sentido, confiaba en que “Caín” lo llevaría a casa. La noche era fría, sin luna ni estrellas. Retumbaban el golpe de los cascos y el ruido de las ramas que rompían a su paso. Caín llevaba los ojos muy abiertos y las crines paradas, estaba temblando; Elías luchaba por no caer. “Se escuchaba la risa burlona de una mujer”.
De pronto, la figura femenina se cruzó en su camino e hizo un ademán con la mano para que se detuvieran. Sin pensarlo, arrogante y valiente, Elías templó las riendas al macho.
—¿Adónde vas, amado hombre? —preguntó ella—
—A casa, maldita bruja, apártate —respondió él enojado—
—No sigas adelante, Elías, quédate conmigo esta
noche —continuó ella—. Y extendió su
mano para tocarlo.
Elías sintió que una serpiente se enroscaba en
su cuerpo, y se reía, y que de ella emanaba un perfume raro. ¡Jamás tuvo tanto
miedo! Soltó las riendas y clavó las espuelas al caballo. Galoparon durante dos
horas perdidos y sin parar ni mirar atrás hasta que encontraron la ruta que
llevaba al rancho. Casi amanecía pero el sol no asomaba y apenas sí se
escuchaba el canto de los pájaros. Faltaba poco para llegar a casa, entonces los
dos se relajaron. Se toparon con algunos campesinos que caminaban por el lugar con
destino a su trabajo, y la voz de una viejecita llamó su atención:
—¿Qué pasa, Elías, por qué estás tan pálido?
—Encontré en mi camino a una bruja y pasé un gran
susto —respondió él—
—Son tonterías muchacho, no
creas en esas cosas, tranquilízate y toma mi mano —repuntó ella—. Y de nuevo se escuchó aquella
risa burlona, y se esparció el asqueroso aroma, y una enorme serpiente los
abrazó hasta asfixiarlos…
Cerca de la casa de Elías yacen dos cruces y un
epitafio: “Aquí murió de miedo el temible Elías junto con Caín su caballo”.
Andantte.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)