domingo, 15 de abril de 2012

“AVIVA EL AMOR”



Quisiera conocer mis pensamientos
cuando en el vientre de mi madre apenas crecía
he de suponer que tan solo habitaba en mí el amor
¿Qué más podría sentir?

Sus caricias y contemplaciones imaginarias
sus cuidados e interés por mi vida
debieron fortalecer mi espíritu
aquel espíritu anhelante y necesitado de vivir

Me embarga igualmente la inquietud, sobre el día en que yo nací
¿De que forma vi el mundo? ¿Sentiría miedo?
tal vez ni siquiera quería salir
seguramente no quería apartarme de esa mujer a la que tanto amaba

Imagino el gran acontecimiento
debieron estar presentes la ilusión y la felicidad
brillaba mi ser con luz propia
la puerta se abría para una nueva historia

Se perfectamente lo que debió sentir mi padre
conozco esa maravillosa sensación
quisiera recordar  la imagen de su  mirada
me es imposible, solo puedo soñarlo

¡Oh grandiosa niñez! Dulces días
paraíso de amor, paisaje de felicidad
ellos tocados por la satisfacción
y yo tal vez, ansioso por manifestarlo

Luego… celebrábamos juntos y compartíamos
en torno a mí, ellos elevaban cánticos
su alegría era la mía, la de todos
sus preocupaciones jamás se hicieron presentes

Ahora si puedo recordar cuando mi padre venía a mí
cuando ella mi madre, me ponía entre sus brazos
siento aún latente esa enorme carga de amor
que juntos compartíamos y nos prodigábamos

Es rápida la separación, yo no quería que fuese así
pocas veces mamá me alzaba y me posaba en su regazo
para entonces ya caminaba y podía hablar
de nada me servía, lo que yo quería no podía lograrlo

Grandes cambios se veían en el horizonte
mientras yo crecía y aprendía, los sentimientos no lo hacían
mi padre me demostraba un exagerado amor, mi madre no tanto
es  muy confuso, nadie lo desearía así

Grata y hermosa relación con mi padre
el amor y  la admiración nunca estuvieron ausentes
importante su figura para mi, admirables su responsabilidad y compromiso
es la imagen que de él tengo y la que hoy recuerdo

Deliciosas aventuras vinieron después
que hermosa época, ya casi era un adolescente
inocencia, ilusiones y satisfacciones
infinita y agradable sensación de libertad


Muy fuertes lazos crecieron entre mi viejo y yo
grandes disputas también
no era fácil para mí, ni para él
conjugar nuestro amor y respeto con mi rebeldía

Él un patriarca indomable y lleno de honor
yo un hombre que apenas comenzaba a vivir
se imponían sus principios y sus virtudes
en ocasiones mis locuras rompían el equilibrio

Es incomparablemente valioso y reconfortante aprender del padre
sus enseñanzas perdurarán dentro de ti toda la vida
los vínculos filiales hacen grandes maestros
jamás olvidarás la doctrina del corazón

Pero el frio dolor siempre se hará presente
mortal estocada en mi corazón, la partida de mi padre
inmenso vacío, profunda aflicción
tristeza  y melancolía, amague de soledad

Sin embargo, un amor tan inmenso como el siento por mi hijo
puedo remediar mi abismal sufrimiento
logró así recuperarse y fortalecerse mi espíritu
hoy se acrecenta mi alegría con el recuerdo de mi viejo

Mágico es  todo lo que puede lograr el amor
increíble poder heredarlo
genética, aprendizaje, divina facultad; nos se cual sea la razón
lo cierto y espléndido es que puede volar y llegar a tus manos


Pesan los años, envejecen tu mente y tu cuerpo
tus alegrías engalanan los recuerdos, el dolor alude tus fracasos
tu espíritu permanece avante, altivo
tu agitado corazón continua intacto

Hoy quisieras recordar tus primeros días
disfrutas los sublimes momentos de amor que has conservado
ves hacia adelante, ves a tus hijos
aviva el amor, hazlo grande; eso siempre podrás justificarlo.


                                                                                                                         CAURIBE.

domingo, 8 de abril de 2012

“A JESÚS DE NAZARETH”



Inmortal es tu imagen y tu nombre
trasciende lo físico y lo sagrado.
Fiel portador de luz y de esperanza
¡Gran señor Jesús!

Tan vulnerable como todos los hombres
tan humilde como ningún otro
sabio de la vida
bondadoso y solidario sin límites.

Fugaz tu permanencia humana.
Sin vanidad, sin ambiciones
entregado por completo a tus semejantes.
Mártir sin aparente causa.

Que difícil Oh señor, complacer a todos.
Ardua y vana tu tarea al intentar
redimir la debilidad humana
y señalar el camino del bien.

Aquellos por quienes todo lo diste
a quienes entregaste tu vida sin pedir nada a  cambio
ellos mismos ignoraron tus intenciones
y desconocieron tu sacrificio.

Los que ciegos transitaban por el camino de la obscuridad
desperdiciaban la gran oportunidad de vivir
abusaban de su libre  albedrío
y pisoteaban a sus semejantes en su andar.

Hoy te lloran y te hacen alabanzas
hoy reconocen tus sanas intenciones
glorifican tus actos
y enaltecen tu esencia.

¿Acaso no fueron ellos mismos quienes te condenaron?
Su indolencia y egoísmo pudieron más
que su capacidad para oírte y aprender de ti.
Incluso te vieron como a un loco o un rebelde.

Muy pocos te escucharon
solo algunas almas nobles creyeron en ti.
Bastaba con despojarse del egoísmo para seguirte
para intentar comprender tu amor.

Pero unos pocos no podían mantener en pie tus bases.
El mal y el miedo lograron su objetivo
de poseer el corazón de los hombres
marginando al espíritu del bien.

Solo la consciencia y el dolor
rescatan tu grandeza
evocan tu sincera humildad
gritan tu inocencia.

Solo al interior de cada uno de nosotros
prevalece tu pensamiento
aflora la verdad
y se hace imposible desconocerla.

Tus actos y tus palabras
amenazaron a la cobardía
osaron  enfrentar a  la maldad
al caos, a la inmoralidad.

Tus enseñanzas fueron ignoradas
y aún hoy lo son.
Apenas representas un modelo espiritual
por el que muchos manifiestan admiración, pero pocos imitan.

Eres el pilar fundamental de nuestra fe
la esencia de nuestras doctrinas
líder irrevocable del bien
hijo de nuestro omnipotente e indescriptible “Dios”

Jamás un hombre logrará lo que tú.
El amor es tu herramienta
la humildad tu imagen
la nobleza tu idioma.

Daría mi vida a cambio
de encontrar entre los hombres
el espíritu que encarnó tu vida
y que hoy parece rondar entre todos nosotros.



domingo, 1 de abril de 2012

BAUL DE RECUERDOS


Aquella existencia con sabor añejo.
La casona grande y acogedora
mis padres y mis hermanos
las celebraciones en familia.

El barrio, aquel delicioso barrio
mis amigos, mis amores y muchas ilusiones
escuela natural de mis primeros años
cuartel de mis fortalezas.

Y el colegio…
Recinto sagrado donde todo lo aprendí
aquel lugar al cual no quería ir pero extrañaba
cuna social, manantial de conocimientos.

Todos esos recuerdos están en mí
son parte de las células que conforman mi cuerpo
trazaron el camino de mi vida
hoy son bálsamo que nutre mi ser.

Imposible desconocer la importancia del pasado
hoy soy parte de lo que ayer fuí
nada ha desaparecido, todo está intacto
el pasado se hace presente.

Construcción perfecta la humana
transformación constante para una igual esencia
compendio de experiencias
acumulación indescriptible de pensamientos.

Crecer es realmente ser más grande.
Hoy siento más que ayer
hoy soy más sabio
hoy conozco más sobre el amor.

Es asombroso el camino
lo que imaginabas ayer puedes verlo hoy
lo que sueñas en el presente
seguramente mañana será tu realidad.

Imagínate por un momento
la incalculable suma de acontecimientos
que han influido en tu vida
que hacen parte de lo que hoy eres.

Imposible entonces dejar de mirar atrás
querer aprender, escudriñar
revolcar tu pasado
identificar  tu origen.

Imperdonable ignorar tu historia
la historia de todos
la voz del pasado
la enseñanza permanente.

Hoy sientes orgullo y aceptas estar ligado
a las personas y los hechos meritorios
dignificas todo aquello que enriquezca tu imagen
te haces dueño del pasado que te conviene.

Pero en cambio menosprecias hechos y personas
todos componentes importantes de tu ser
elementos tangibles que conforman tu estructura
néctar oculto de tu dulzura o de tu amargura.

Es sano luchar por la dignidad
pero es major aun merecerla
ella no se compra ni se vende
ella vuela junto a ti y en otra dimensión.

Se refleja como el sol en todas partes
cuando la llevas contigo.
Castiga a los impíos e inmorales
abraza a quienes son dignos de ella…


Tu dignidad te hace fuerte y valiente
te compromete y te exige
acaricia tu vanidad
te satisface.

El sentirte bien y seguro es lo mejor.
Nada puede afectarte
nada es una amenaza
nada es más fuerte que tú.

Solo la consciencia puede dártelo
Regocijo del alma, alegría del corazón
determinación del espíritu
delicia existencial.


Así tu juez interior no encuentra razones para condenarte
las deudas están saldadas
tus intenciones son justas y reales
te ubicas  al lado del bien.

! Oh maravillosa vida ¡
Como poder definirte de forma clara y hermosa
si eres tiempo y el tiempo es una ilusión
si eres amor y el amor parece un simple elemento de la vida.

Una caricia femenina
la sonrisa de un niño
los dulces sonidos musicales que estremecen el alma
la demostración de nobleza de un hombre.

Los trazos de colores de un paisaje
el aroma de las flores
el sabor del vino
el abrazo de tu Viejo.

Todas esas cosas que se relacionan con el recuerdo
todas, aunque no lo son, las hacemos tangibles
podríamos incluso contabilizarlas
tenemos la capacidad de fabricarlas.

Es seguro que siempre están en nuestro interior
las llevamos con nosotros
ya las vivimos y la hicimos nuestras
anhelamos poseerlas siempre.

¿Entonces por qué me confundo con mis reflexiones?
Debo convencerme de mi riqueza infinita
poseo los tesoros más preciados del universo
soy dueño de mi ser y del amor.

¿Acaso desconozco lo que soy?
Estoy ciego y equivocado sin saber cómo vivir
valoro lo que poseo y nada es mío
nada ni siquiera mi cuerpo.


DOLOR DE PADRE


Soy vulnerable a la nostalgia
a la tristeza y a la melancolía
al quebrantamiento, al miedo.
A todo lo que no quiero sentir.

El derrumbamiento de la gran construcción paterna
la ruptura de lazos muy fuertes
la lejanía de mi hijo
su indiferencia, su desprecio.

Ni siquiera puedo creerlo
lo sufro, lo siento.
Es inevitable, se hace latente
horroriza mi alma, me causa desaliento.

Miles de errores he cometido
tantos, que algunos de ellos desconozco
varios de ellos los niego
y otros…otros que cambiar no puedo.

Amargo sinsabor llevo conmigo
impotencia, desasosiego.
Su juventud se hace rebelde ante mi experiencia
su espíritu anhelante rechaza mis fracasos.

No puede ocultarse la verdad
vano es su bondadoso respeto
parece sentir misericordia, lástima
intenta manifestar un gran aprecio.

Caminos de la vida en diferentes direcciones
variables actitudes y pensamientos
circunstancias que invitan a cambiar
frágil imagen humana inconstante ante nuestros ojos.

No quisiera más que conservar su amor
merecer su admiración y respeto
ser su ejemplo ante el bien y el mal
inspirarle, motivarle y fortalecerlo.

Te pido Dios que me ayudes a retomar el sendero
que lo ilumines a él, que no se aleje de mí.
Quiero que entienda lo mucho que amo su vida
que me perdone
y que me ayude a mantener vivo nuestro amor incondicional.

miércoles, 14 de marzo de 2012

RELATO CORTO.


CAURIBE
“AROMA DE MUJER”
Por aquel entonces tenía yo tan solo once años de edad, era un niño gordo y feo,  además muy tímido; tal vez producto de la rígida educación y formación paterna.
Recuerdo que cursaba el grado primero de bachillerato, ya me sentía grande; la transición entre la primaria y la secundaria nos convertía a los hombres en verdaderos machos.
Mi actitud viril la reforzaban las experiencias del barrio y las influencias de las personas con quienes allí compartía mi vida.
Era un sector residencial de clase media baja, muy agitado, muy alegre. Las capacidades económicas de mi familia eran buenas, nunca deficientes; por lo tanto  tenía acceso a muchas cosas.
Estudiaba en un colegio grande para personal mixto.  Me sentía feliz y afortunado pues vivía enamorado de algunas compañeras, e incluso de las hermosas, despampanantes e intimidantes profesoras.
No obstante la fuerte y constante disciplina a la cual me sometían en mi hogar y en mi colegio, yo era uno de esos individuos no del todo controlado, algo impredecible.

Aunque siempre primaron en mí los principios con los que construí mi vida y los valores que me fueron transmitidos y que siempre he fomentado, lo que me hace un hombre de buena conducta; mis impulsos y mis espontaneas acciones en esa hermosa época de mi vida, no garantizaban que fuese el ejemplo de hombre disciplinado.
Era pendenciero, osado y algo descuidado con mis obligaciones académicas.
En medio de la timidez y de lo que en nuestra hermosa tierra Antioqueña llamamos “montañerada”, me era muy difícil relacionarme sentimentalmente con las niñas decentes y de buen comportamiento. Me sentía estúpido, creía perder mi tiempo al tratar de iniciar  procesos de acercamiento y de conquista con las niñas; sentía miedo y vergüenza. No me sentía muy seguro de mis cualidades físicas ni de mis aptitudes en el arte del amor.
Creo que es algo que muchas personas han vivido y me han de comprender.
Lo que sí es claro, es que aun por encima de mis temores y de mis frustraciones, me empeñaba en acercarme a las divinas féminas utilizando todo tipo de tácticas, buenas para la época: les enviaba carticas de amor, razones románticas con emisarios, protagonizaba osadas declaraciones públicas de amor, les hacía regalitos, etc. Pero casi siempre con el mismo resultado negativo y frustrante para mí.
Parecía estar destinado al desamor y al desprecio de esas divinidades que me enamoraban y que ocupaban cada espacio de mi vida y cada momento.
Aquellas por las que yo moría de necesidad y en las que inspiraba mis más románticos y lascivos sueños.
Tuve muy pocos pero satisfactorios éxitos en el arte de la conquista. Pero en mi afán por sobrevivir debí buscar mujeres a las cuales pudiera acercarme y disfrutarlas, sin ser objeto de su burla y de su desprecio. Mujeres con las cuales no sufriría por el desamor ni la discriminación. Mujeres a las cuales no les importaba si yo era gordo y feo, si era buen bailarín o no, si era avispado o estúpido, si era fuerte y valiente o si era un flojo y un lerdo.

¡Oh que hermosas mujeres! aquellas que aun siendo un niño me acogieron, aquellas que ni siquiera mi nombre  preguntaban, que no les importaba mi origen, ni mi edad, ni mi condición social, ni mis sentimientos.
Ellas solo me daban la oportunidad de disfrutar de su cuerpo a cambio de dinero. Ellas incluso gozaban ante el espectáculo algo exótico de mi lujuria y de mi deseo. Tal vez se admiraban de mi capacidad para enfrentar a temprana edad las lides amorosas por encima de toda clase de impedimentos y de parámetros establecidos en cuanto a las relaciones respecto al sexo.
Ya has de imaginar a quienes me refiero: a “las putas”, a  las bellas mujeres que venden su cuerpo. Dulces cortesanas, sencillas y desinteresadas amigas, valientes cómplices del amor y del deseo.
Era imposible contener esos torrentes de amor que albergaba mi joven cuerpo, inexplicable tanta fantasía en mi pensamiento y tanto amor por aquellos seres hermosos, deliciosos y tiernos;  seres que despertaban en mí toda la sensibilidad, la locura, la pasión.
Recuerdo cuanto disfruté de los fantásticos momentos de amor obsceno. También recuerdo que en la compañía de niñas púdicas e intocables alcanzaba a disfrutar momentos placenteros, veladas excitantes  que desafortunadamente se interrumpían por alguna circunstancia dejándome incompleto; debiendo así recurrir muchas veces a prácticas pasionales íntimas y humanas para satisfacer mi deseo solitario y frustrado.
Fueron algunos amigos mayores de edad quienes me iniciaron en el arte de compartir mi amor y mi dinero con las bellas damas del burdel o del paraíso discreto.
Ya venía yo meditando y planeando la aventura de emprender el vuelo, hacia la cumbre del placer y del amor, alcanzando a tan temprana edad el éxito de una hazaña propia de algunos pocos privilegiados.
Fuimos a una casa vieja ubicada en el centro de la ciudad, un lugar bastante feo y peligroso, pero nada podía empañar el motivo de nuestra visita al lugar.
Las chicas, lo digo irónicamente, no eran muy bonitas ni muy esbeltas, algunas de ellas podrían ser nuestras madres por su edad; esbozaban todas unas sonrisas falsas pero cálidas.
Algunas se veían flacas y descoloridas otras gordas y morenas, unas pocas altas y elegantes, otras chiquitas y tetonas; en fin, todas estaban allí presentes como un hermoso ramillete de flores para satisfacer nuestra imperante necesidad de amor.
Aun tiemblo cuando lo recuerdo, tenía para mí solo ese variado menú, diferentes presentaciones del platillo que más me gustaba y que más anhelaba.
Olvide mis temores, mis complejos, mis compromisos. Sentía que estaba solo en el mundo y que tenía que probarme. Reflexionando un poco pienso que aquella vez demostré una gran capacidad de decisión.
La única condición para continuar con mi hazaña, era la seleccionar una mujer y realizar el pago por el producto que yo demandaba.
“Sesenta y treinta” me parece que era la tarifa, sesenta pesos la deliciosa mercancía y treinta la pieza en donde se consumaría la acción. Lo demás era tener valor suficiente para encerrarse en una habitación con ese amenazante bocado.
Lo primero que hice por supuesto fue desnudarme, erecto como un roble, sobrecalentado y a punto de estallar por la pasión, tembloroso y asustado por la magnitud del evento, espere prácticamente a que ella apenas medio desnuda me invitara a seguir; lo demás fue indescriptible.
Aunque no sucedió como yo lo imaginaba: romántico, cálido, en sabanas de seda, con luces y música perfectas y en una acogedora y profunda intimidad.
Aunque no pude besar unos labios tiernos y húmedos como los de aquellas niñas hermosas que yo deseaba, ni acariciar un cuerpo sensual y provocativo como lo imaginaba, ese primer momento fue inolvidable. Abreviado pero excitante y maravilloso, indescriptible, soberbio.
No sabía si me dolía, si sentía miedo o vergüenza, si era un súper hombre, si estaba en el paraíso. Había poseído a una mujer o ¿Era ella quien me había poseído?, había sobrevivido.
Solo pude volver a la realidad cuando ella, mi amante, mi enamorada de turno, tendida boca arriba y sin ninguna agitación, aplico sus dos manos a mis costados presionando suavemente, haciéndome cosquillas y diciéndome de manera seca y tajante: bájate ya.
Realmente no me importó, había logrado lo que más anhelaba por aquellos días, me sentía todo un hombre. Más que el placer que podía haber disfrutado, me embriagaba una sensación muy grande de satisfacción, como la de quien llega a la meta ganador.
Posteriormente los comentarios con los amigos engrandecieron más  el momento, creo que todos exagerábamos narrando nuestras aventuras amorosas alimentando así nuestros egos, como si tuviésemos gran experiencia.
Es asombroso ver como aquellas conquistas nos enorgullecían más que cualquier otra cosa; ni los triunfos académicos, ni los deportivos, ni siquiera el éxito en las reñidas pruebas de machismo en las que nos batíamos  a golpes, nos daban tanta satisfacción.
Tal vez esa fue la razón por la que algunos amigos y yo nos habituamos a visitar dichas señoritas. La práctica se volvió constante, conocimos a otras mujeres y otros lugares. Algo aprendimos de ellas: técnicas sexuales, el cómo negociar un rato de placer, sobre la credibilidad en los juegos del amor, sobre los problemas y los intereses de su  mundo. No podemos desconocer la gran variedad de mujeres hermosas y las diferentes condiciones socioculturales que les rodean.
Mientras me maduré biche en cuestiones de sexo, cada vez me alejaba más de las verdaderas relaciones amorosas. Seguía siendo un hombre tímido, incapaz de construir vínculos románticos con las damas, me había programado para obtener de ellas únicamente sexo sin considerar sus valores. Así conseguiría la compañía femenina en cualquier  lugar que estuviese  y no sufriría ni el desprecio ni la indiferencia de ninguna de ellas. Aunque recuerdo haberme enamorado de muchas mujeres, aun teniendo conciencia de la vida que llevaban.
La más hermosa de todas a quienes conocí era Karla, tendría apenas veinticuatro años, era alta y esbelta. Sus ojos verdes y brillantes reflejaban una gran fuerza interior. Su cabello dorado y largo adornaba esa despampanante figura magnificando su imagen de Diosa. Sus labios frescos y jugosos esbozaban permanentemente una tierna sonrisa. Sus manos delicadas parecían mágicas al prodigar una caricia; y su cálido cuerpo de aroma incomparable, invitaba a sumergirse en él, como en un mar de amor y de pasión. Ella era incomparable, única.
La conocí en uno de mis viajes de trabajo. A los diez y seis años de edad yo solía recorrer diferentes regiones del país llevando mercancías para vender. Ella vivía en Tumaco, una región de la costa pacífica Colombiana, paraíso terrenal privilegiado de hermosas playas, gente amable y alegre.
Irónicamente aunque allí predomina la raza negra, entre la que se encuentran hermosas mujeres, pasionales y esculturales; nunca pensé encontrarme esa preciosa y blanca gema femenina.
Vivía con su madre, trabajaba en un sitio nocturno haciendo shows de baile “strip tease”, era muy codiciada por los hombres.
Cuando la vi me enamoré inmediatamente de ella y la busqué. Disfrute de su amor como un loco, embriagado por el licor y por su majestuosa belleza, mi juventud y mi vitalidad se desbordaban ante tanta hermosura.
Nuestra relación no fue pasajera, quise conservarla a mi lado pero esto me causó sufrimiento, es algo difícil de vivir y de entender; enamorarse de una prostituta, querer ser el dueño de una dama que se entrega los hombres por dinero, pretender ocupar el espacio de alguien que actúa con toda la libertad y sin límites, no es nada fácil; mucho menos lo es, anhelar ser correspondido en el amor que le das, eso es imposible.
Ella parecía estar enamorada de mí, de mi fortaleza, de mi forma sutil de tratarla, de los recursos y de las satisfacciones que yo le proveía, del tiempo y del amor que le brindaba; pero al mismo tiempo se sentía en medio de una gran encrucijada. Aunque lo hubiese querido yo no podría ofrecerle una relación estable, existía un gran abismo entre nosotros, la diferencia  de edades, la gran desigualdad cultural, la distancia geográfica que nos separaba, etc. Pero el impedimento  más importante era su forma y estilo de vida. ¿Sabes lo que significa amar a una puta?
Ella parecía estar dispuesta a no renunciar jamás a lo que era y yo tampoco pretendía que lo hiciera. Sobrepasando los límites de la moral, las circunstancias económicas y mis sentimientos, mantuve una relación con ella durante más de un año. Viajaba constantemente a visitarla, disfrutaba de su compañía como de ninguna otra y me sentía comprometido con ella.
Debí superar muchos y crueles momentos inenarrables en ese mundo bajo que compartí junto a esa divina mujer. Me sentí muchas veces despreciado, humillado, triste, poco hombre, traicionado; pero conocí con ella las delicias del amor y la pasión, la dulzura de una mujer, el encanto de la fantasía que la esencia femenina posee. Nunca imaginé llegar a sentir tanta necesidad de correspondencia, por parte de un ser al que inicialmente vi como a un objeto sexual.
Hoy no sufro como en aquel entonces, cuando en acostumbrado viaje en la búsqueda de mi amada, busqué y escarbé el pueblo que ella habitaba y otros tantos  para encontrarla sin lograrlo. Desapareció de mi vida como por arte de magia, jamás pude volver a verla. Ella no dejo ningún rastro, ni familia, ni trabajo, ni un mensaje para mí.
Se alejó de mi vida de la misma manera en la que llego.
Se fue sin decir adiós, me lastimo y sé que ella también debió sufrir. Tuvo el valor de interrumpir, tal vez a tiempo, una hermosa relación indescriptible y no convencional.
¿Qué será de la vida de la hermosa Karla? ¿Se acordara de mí? ¿Será feliz?
Yo por mi parte pude superar su ausencia con el pasar de los años, aunque desconfiado y predispuesto tuve otras relaciones amorosas con mujeres que cada vez me parecían más bellas; estaba tan joven y tan fresco que pude superar el apego y el enamoramiento.
Poco a poco aprendí a relacionarme con damas de todos los niveles, crecí y madure; entendí que las hermosas féminas tienen mucho más que ofrecer que solo sexo.
Aún trabajo constantemente para aprender de ellas y conocerlas, son la mejor satisfacción que un hombre pueda tener, me enriquezco de todos los tesoros que tienen para darme.
Pero jamás olvidare a Karla.

jueves, 1 de marzo de 2012

¿QUE QUIERES DE MÍ?


¿En verdad quieres mi vida y mi tiempo?
quieres toda mi atención
quieres la propiedad de mi ser
mis sentimientos, mis emociones.

Me exiges la fidelidad
que te escuche y que te hable
que atienda a tus llamados
que actué como quieres.

Deseas apropiarte de mi cuerpo
invadir mis pensamientos
controlar mis deseos
y manipular mis sueños.

Pretendes calmar mi sed
saciar mi hambre
convertirte en mi necesidad
proveer el aire que respiro.

Quieres mi música y mis letras
quieres mi inspiración y mi arte
mi lujuria
mis lágrimas.

Quieres absorber mi esencia
restringir mi vuelo
amarrarme a tu corazón
cegar mi mirada.

¿Y a cambio de ello que me das… El privilegio de hacerte feliz?

martes, 28 de febrero de 2012

“NO ERES BIENVENIDA MUERTE”


¿Has probado el sabor amargo de la muerte?
no es solo un terrible suceso, es también una aterradora sensación
te invade convertida en sentimiento
materializada en verdugo.

Te quita, te roba
demuestra su poder imbatible
se burla de ti
te humilla.

Saborea tu impotencia.
Te reta dejándote oír sus carcajadas
pavoneándose esbelta
Mostrándose triunfadora.

Pareciera querer darte una lección
te muestra su capacidad
deja plasmada su firma a donde va
y siempre está amenazándote con que serás su próxima victima.

Ella simplemente hace su trabajo
no admite la justificación
nunca se muestra piadosa
Jamás le harías cambiar de opinión.

Ella elije el momento, el lugar y el objetivo
nunca tiene en cuenta las consecuencias de su acción
es libre y autónoma
es radical y definitiva.

¿A quien representa esta osada portadora del dolor?
Sabe que le temes
ni siquiera te respeta
disfruta produciendo el miedo.

Tal vez si dejaras de temerle
si anhelaras su llegada
si encontraras paz en su regazo
entonces se haría esquiva.

Pero no, ella es egoísta
viene a ti cuando menos la esperas
su interés no es el de complacerte.
Siempre tratará de ser un enigma.

Sabe que si supieras cuando llegará
tratarías de evitarla
o le pedirías clemencia.
O quizás estarías preparado para ir con ella.

martes, 14 de febrero de 2012

"MI REFUGIO PLACENTERO"

Microrelato, tema experiencias ambiente tabernario.


Imposible olvidar aquella noche en la que departía con mis amigos, casi mis hermanos, en un desbordado raudal de licor. Éramos cinco almas felices, todos alegres, nobles y fieros; premiados por la vida, afortunados de contar con las alegrías y las satisfacciones que nos daban nuestros hogares.
Unos más adinerados que otros, venidos de diferentes lugares y con distintos grados de educación, pero todos con el mismo objetivo: disfrutar de la vida, gozar embriagando nuestros sueños y deseos, reconfortarnos de nuestros logros y engrandecernos ocultando nuestras frustraciones.
Acudíamos allí tres veces por semana cual si fuese un compromiso sagrado. Aun no sé qué es lo que más me atraía: si mis amigos o los tangos arrabaleros que hablaban de sangre, traición y desgracia, o las dulces y feas mujeres que allí frecuentaban, engalanadas en atuendos impúdicos, bañadas en aromas alucinantes, lujuriosas y fantásticas. Porque realmente no creo que el poder de atracción de aquel lugar, fuese el recuerdo de aquellas paredes obscuras y desteñidas o el viejo mobiliario casi obsoleto que ocupaba el lugar. Mucho menos la actitud hipócrita y desafiante del tabernero y de aquellos que le acompañaban para mantener ese ambiente indefinido entre el júbilo, el duelo y la ansiedad que allí reinaba.
Tal vez la causa principal sería mi inmadurez y por supuesto la de todos ellos, cabalgando  juntos por ese paraje de aventuras en búsqueda de libertad y de seguridad, desafiando a la razón y a la bienaventuranza. Apostando la fortuna de lo vivido al azar en busca de satisfacción efímera.
Indudablemente nos sentíamos bien, recuerdo que entre otras cosas mi amigo Pedro y yo celebrábamos el resultado positivo de nuestro más reciente negocio, nos dedicábamos al comercio de joyas y piedras preciosas.  Aquel día habíamos ganado mucho dinero, consecuentemente nos encargábamos de satisfacer las necesidades y deseos de bebida de los presentes a nuestra mesa.
Estaban allí también: Nico el maestro (empedernido bebedor), el negro Salvatore (parco y serio), y el otro Nicolás el joven, el más atrevido y descarriado. Brindábamos, hacíamos bromas, cantábamos y narrábamos  anécdotas con final feliz.
Precisamente Pedro mi gran amigo, platicaba orgulloso acerca de aquel negocio que generaba la celebración del momento, se jactaba de su astucia y habilidad como comerciante, se reía maliciosamente, entonaba bullosamente algunas estrofas del tango que sonaba (cambalache) y bebía como loco cada uno de los tragos de aguardiente que le brindábamos.
Deliciosos momentos, grata compañía. El sabor fuerte y candente de licor atizaba el fulgor de nuestra velada. Alrededor risas, bailes y miradas insinuantes, era un  momento en los que la felicidad está presente.
Solo me inquietaba la mirada preocupante del joven Nicolas, la que poco a poco fue contagiando a cada uno de nosotros. El único que parecía impasible era el negro Salvatore, era un hombre aguerrido y tranquilo.
Nico el maestro, procuraba ignorar su obvia inquietud. Pero en cambio Pedro, el hombre seguro y porfiado que yo conocía, capoteado en muchas plazas, ganador de múltiples batallas, arrogante y dominante que hacía gala de su gran contextura física y su aspecto intimidante; no podía ocultar que en aquel momento sentía temor.
Bastó con observarlo unos minutos para ver que evitaba asustado la mirada de alguien.
¿Quién podría ser para avasallar a un hombre de las condiciones de Pedro? ¿Para poner en alerta al joven Nicolás y para desatar la ira del profesor quien con su caracter agitado no dudó en requerir mi atención?
Adyacente a nuestra mesa se encontraban dos hombres de mal aspecto con mirada fría y ofensiva, en posición retadora y con una actitud totalmente hostil. Cuando miré sus ojos vi la sombra de la muerte, sentí la frialdad del hielo y percibí la decisión del que no teme. Todo alrededor se transformó. Aquel lugar cálido y alegre, sombrío pero acogedor, aparentemente seguro;  se convirtió ante mis ojos en algo así como un paredón de fusilamiento, en un circo romano plagado de fieros leones, en el escenario del juicio final. No era una situación similar a muchas otras tantas vividas, no era un simple conflicto de personas ebrias ni había un motivo, jamás existió una provocación.
Era una dura prueba de la vida, era una cortina que se levantaba convirtiéndose en el umbral entre la vida y la muerte. Era el llamado con el cuerno del demonio para elegir entre la dignidad del espíritu del guerrero y la desazón y la humillación de quien quiere sobrevivir lleno de temor y vacío de virilidad.
No podría haberlo visto de otra manera; tal vez los dos litros del venenoso y preciado licor que había saboreado decidieron por mí. Sus efectos condujeron mi pensamiento hacia el infierno y decidí enfrentar al mismo demonio.
Solo bastó ponerme de pie y dirigirme hacia los indeseables personajes, cuando su respuesta sincronizada con la mirada de odio y maldad fue una puñalada en mi pecho buscándome el corazón.
Cargado de valentía, ciego de ira, enloquecido por el néctar anisado y aterrado por la pasividad y la cobardía de mis amigos, enfrenté en franca lid a los dos malvados agresores; trenzado en fiera batalla incesante e indescriptible. Recuerdo bien el escenario. Los gritos, las consignas invitándonos a desatar toda nuestra furia; el deseo de sangre que se reflejaba en cada una de las miradas de todos aquellos que sin distingo de género, edad o posición social nos rodeaban pidiendo un pronto desenlace.
No había allí amigos, no parecía estar en el lugar que tanto anhelaba, no reconocía ninguna seguridad para mí. Tan solo estaba yo frente a la muerte representada por dos fieros elementos que traían su mensaje.
Aun siento temor de ese momento, aun no entiendo cómo es que estoy vivo. Solo tengo presente que esa noche recibí una gran lección, que los seres a quienes amo están en mi corazón y que por eso debo cuidarlo.
Imposible olvidar aquella noche…

lunes, 13 de febrero de 2012

“ADOLESCENCIA”



Cuán pequeño y abatible pudiste ver el mundo
por aquellos días en que frescos tu cuerpo y tu alma palpitaban
aunque imaginabas un horizonte misterioso y sin límites
tus ímpetus y tus deseos desbordaban la gran copa del universo

Fantasías, anhelos e insatisfacciones moraban en tu pensamiento
te proponías aclarar las mil y una dudas que te invadían
siempre confiaste en tu verdad, en tus instintos
no podías perdonar que alguien usurpase tu espacio y tu tiempo.

Confusa mezcla de temores y de sentimientos filiales
se interponían entre tus resoluciones y la cátedra humana
limitaciones, reglas y juicios torpedeaban tu libertad
confundiendo tus propósitos, alejándote de la reflexión.

Quienes pretendían acercarse a ti, más se alejaban
los que incansablemente te enseñaban, te hastiaban
tus derechos y tus pensamientos se tornaban más valiosos que todo
más preciados que la experiencia, que el éxito, que el bienestar.

¡Oh placenteros días! Inigualable carnaval de sensaciones
indescriptible acumulación de agradables recuerdos
espacio absoluto de felicidad y efímera realización
manantial de vida que regó y alimentó tu alma

Allí fue en donde germinó la semilla de tu amor propio
en ese espacio de tu vida reconociste la soledad y tu fragilidad
La vida te puso a prueba, te mostró caminos
hoy gracias al amor te reconoces y decides quien eres.