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martes, 25 de mayo de 2010

¿Generosos, altruistas o egocéntricos?



¿Qué es lo que nos motiva a las personas a servirle a las demás? Siempre hay personas dispuestas a compartir algo de lo que tienen con quienes lo necesitan, pero no todas tienen la misma motivación.

Somos las criaturas mas hermosas y perfectas del universo, o por lo menos así lo creemos, el creador nos dotó de todo lo que necesitamos para vivir y evolucionar, somos muy afortunados porque además del gozar del derecho de existir, nuestra naturaleza compleja nos permite disfrutar en un manantial inagotable de energía que canalizamos y asimilamos hacia lo material y lo espiritual.
Una cosa va ligada a la otra, la satisfacción de las necesidades materiales favorece la realización de la vida espiritual manteniendo un equilibrio en la existencia de los seres humanos, por otra parte la evolución y el mejoramiento de la vida espiritual sobrepasan las barreras de lo material e inclinan la balanza hacia un estado de plenitud y de armonía entre nosotros y el universo.
Partiendo desde el punto de que somos sensibles a lo físico a lo material, e igualmente sensibles a lo intangible, a los sentimientos, deseos, etc. Podemos entender que somos seres muy receptivos, tomamos o tratamos de tomar todo aquello que el universo nos ofrece a través de las personas, de la naturaleza, de las energías latentes y del producto que se forma por la interacción de todos ellos.
De igual manera siempre sentimos esa necesidad de dar, de aportar en dirección a objetivos individuales, o a grupos de objetivos clasificados, o al mismo universo, al todo. Es como una necesidad de devolver algo a cambio de lo que recibimos, además el hombre lo promueve a través de enseñanzas éticas, morales y religiosas, nuestra naturaleza humana siempre nos indicara que debemos dar, que debemos aportar.
Ojala todos tuviéramos bien clara esa idea, ojala todos actuásemos con sentido de equidad, con mucha bondad, con desprendimiento, con gratitud, con anhelante espíritu cooperativo; pero la verdad es que hay diferencias marcadas entre los seres humanos, dadas por diversos factores culturales, morales, religiosos y parece que hasta genéticos. Estas diferencias nos ayudan a clasificar a las personas con respecto a su forma de comportamiento con las demás, saltando a la vista sus actitudes y sus sentimientos.
Así pues podemos encontrar personas miserables totalmente esclavas de sus posesiones, de sus conocimientos y de sus privilegios, personas egoístas que no aportan absolutamente nada a los demás a no ser que sea estrictamente necesario o que se vea obligadas a hacerlo, personas llenas de indiferencia que parecen no reaccionar positivamente ante lo que reciben y las necesidades de los demás, personas con mucho espíritu de colaboración que aplican juiciosamente la regla de “dar para recibir” y que actúan en consciencia de las necesidades de los demás, personas bondadosas y generosas capaces de controlar sus ansias de poseer y prestos a compartir parte de sus privilegios con quienes lo necesitan y por ultimo aquellas personas entregadas por completo a la bondad, al desprendimiento, capaces de abandonar sus necesidades individuales para darlo todo aquellos que no tienen nada o tienen muy poco. Tal es el caso de muchos seres humanos que justamente han sido llamados Santos por la iglesia como reconocimiento a su entrega y sacrificio en favor de otras personas.

Podríamos plantear algunos interrogantes:
¿Que motiva la bondad y el desprendimiento en los seres humanos?
¿Es la esencia de cada ser o su formación cultural y moral?
¿Son las vivencias y las enseñanzas de grandes maestros como el dolor y el sufrimiento?
¿Es el deseo de estar en paz con el universo retribuyendo lo que este nos brinda?
¿Es una carga infinita de amor hacia el prójimo?
¿Es la exagerada personalidad egocéntrica que motiva a algunos seres a sacrificar parte de sus bienes para promoverse y destacarse?
La formula de “dar y recibir” es aparentemente muy simple y sencilla.
Aquel que “da” que entrega, que brinda algo, siente alegría y satisfacción, igualmente quien recibe algo de alguien se llena de satisfacción y de agradecimiento, quedando motivado para actuar de manera reciproca.
Lo complejo está en la motivación, las circunstancias y el escenario que utilizamos para ser generosos, de allí también puede desprenderse una clasificación:
Aquellas personas que ayudan y brindan apoyo desinteresadamente y en el total anonimato
Las que ayudan figurando prudentemente como actores de esas acciones sin reclamar mas reconocimiento que la alegría de sus beneficiados
Aquellos que ofrecen ayuda a los demás motivados por intereses personales y en dirección a objetivos determinados, personas que buscan enaltecerse a si mismos, personas que aprovechan sus privilegios para manipular a las demás y que siempre están haciendo alarde de su bondad y grandeza, personas poseídas y dominadas por el gran pecado humano” la vanidad”…

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